















Mucho calor, y unos insectos que nos dieron la bienvenida a su territorio, parecían abejorros negros, pero se portaban como tábanos, la verdad eran insoportables, cuando más los espantas mas te atacan, a veces emprendíamos verdaderas batallas, le dábamos sin respiro con ramas, gorras o lo que tuviéramos a mano. Nos costó encontrar una sombra para parar a almorzar y descansar un poco. Hasta que vimos un acceso que daba al lago, con una pequeña playita y algunos arbustos que nos vendrían muy bien.
Nuestra dieta… a base de atún envasado, mucha agua, que por suerte nunca nos faltó, abundan las cascaditas con agua fresca.
Andábamos perfectos con los tiempos. Llegamos a Panguipulli temprano a la tarde. Lo primero era encontrar una bicicletería, varios necesitaban un ajuste. Mientras el bicicletero hacia las reparaciones nos dimos el gusto de brindar con unas cervezas por lo hecho hasta el momento. El camping que nos recomendaron estaba a 4 km de la ciudad, un lugar lindísimo con vista al lago y al volcán Villarica.
Los tramos que faltaban para llegar Valdivia y finalmente a Niebla eran de poca calidad de paisaje y dudosa posibilidad de campamento. Fue la discusión del momento, que hacer… seguir al otro día: 60 km hasta Los Lagos, del que no teníamos referencia de camping, y sabíamos que era un pueblo pequeño; o descansar un día y al siguiente hacer 120 km para llegar a Valdivia, el camino que seguía era asfalto y casi en bajada… Así que decidimos esto último, nos vino muy bien un día de descanso, nos pusimos al día con el lavado de la ropa y pasear un poco por la zona.
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